Un otoño sin café
















Iniciaba el otoño con una tarde fresca y tan serena que hasta podías percibir aires de vendimia, uvas maduras y hojas secas.

Recuerdo claramente que el sol teñía su rostro de un matiz rojizo como insinuando al paisaje que formaba parte de él, de su calidez.

Ella vestía ligero y desceñido al cuerpo; dejando entrever a contra luz los encantos de mujer, la sensualidad del roce de las piernas al caminar eran sueños en las pupilas de los que le acechaban, los suspiros se escurrían hasta su baja espalda y su pecho florecía erguido a los fervientes vientos.

Me aventuré a distinguir entre las miradas con el recitar de un poema que le habitara la piel mientras le escoltaba y en cada paso la humedad empezaba a dejar huella y un sazón entre las piernas que temblorosas demandaban detener la marcha.
¿Te apetece un café? - Le pregunté - Fueron las últimas palabras con decoro que pronuncié aquella tarde de septiembre.

Le tomé de la mano y tropezábamos con las fantasías que se atravesaban en nuestras miradas hasta que en las manos empezaron a recorrer las cumbres de su cuerpo.

De las profundidades un torrente y mi boca el cauce, la lengua abriendo paso en la amplitud del valle y arrastrando en ella los secretos de la piedra madre.

Su voz sumida en mi apetencia desinhibida y el sonoro chapoteo de los dedos en juego, planeando la curva de la divina ofrenda en un sexagésimo noveno.

Esa noche, la lujuria dominó nuestros cuerpos; a ciegas habité los avernos, poseído e indiferente al remordimiento y me sentí indemne de pecado, me liberaba de toda escasez ensañando mi virilidad en su centro.

Mordiéndose de gozo visualizaba su boca y en un levitar reposaba su desorientada mirada, sus caderas ardían en el fuego de mi hombría bailoteando sin pudor al ritmo de los gemidos.

De sudores empapado mi cuerpo, le cedí paso a su hábil experiencia.

Sus labios escurrían mieles, sus lunas ceñidas rozaban mi sexo, su boca encubriendo mis carencias y su paladar una vez más hizo sombra a mis lascivos deseos. Un verso escribía con su puño y declamaba con su aliento, en mi interior la pasión se desprendía colmando su goce poético.

Profanó mi mundo con euforia y sus entrañas fueron asilo de delirios insatisfechos, desnudó mi palabra y mis versos matizaron de savia sus paredes. Mis vertientes al antojo de aquella amazona que desequilibró mi firmeza y auspició mi muerte.

Ha trascurrido un año y en mi cuerpo aún conservo sus besos obscenos, en la memoria la solemnidad del encuentro y en el bolsillo, un cupón sin vencimiento para un belmonte murciano.


® Lҽɳι @Vıɖąʂųƈɛʂıơŋ
03.09.2022

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Zenet
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4 comentarios:

  1. Un café muy explosivo, con un ritmo erótico entremezclado con tildes románticas.
    me gusta mucho esa perspectiva desde el otro género, es una buena idea.

    otra vez me encanto trabajar contigo en este reto literario.

    Un abrazo y Feliz finde.

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    1. Gracias a ti mi estimado poeta, cada reto compartido es una grata experiencia.
      Fuerte abrazo✨

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