Generalmente el verdadero “yo” del ser humano, está oculto tras su sombra, ese interior que no pronuncia palabras, que se mantiene protegido, o quizás el que ejecuta arrastrando a su paso los temores de sí mismo y en ocasiones hiere por simple impulso.
En lo cotidiano, suelo ser ese “yo”. El que no se abre a la primera, el que enmascara el sentimiento puro, el que aparenta frialdad, y en ocasiones hasta suena cruel.
Es simple, las personas sensibles se protegen a toda costa; eso no quiere decir que no las hieran. Una fachada es un simple artilugio, un mecanismo de defensa.
Aunque la flecha pasa y atraviesa,
nadie se da cuenta.
Es correcto vender una imagen falsa? Depende del cristal por el cual se mire. Puede que funcione en lo laboral, en lo cotidiano, pero en el amor es un paso en falso.
La mayoría de las personas se limitan a lo superfluo, a la apariencia física, al primer cruce de palabras; y de allí emiten opiniones o conclusiones precipitadas; el ser muy retraído o impulsivo trae consecuencias, en ocasiones no hay reversa.
Con frecuencia escuchamos la frase “No le conocía esa faceta”. Yo me pregunto, realmente te esforzaste en conocer a la persona? o emitiste una opinión precipitada?
En lo personal, he aprendido a expresar en letras ambas caras de la moneda. El que realmente lea entre líneas, no malinterpreta.
Vivo leal a mis convicciones y respetando las ajenas, reconociendo defectos y virtudes, amando y entregando incondicionalmente, con cicatrices de heridas que hoy son aprendizaje y han dejado ese matiz en el cabello cano.
Qué si tengo Dudas? A diario, pero me arriesgo.
“Prefiero vivir con cicatrices
que no haber vivido”.