Hizo un alto y volvió a leer el mismo libro; esta vez, roído y polvoriento. La densidad de las palabras le fueron fatigando y poco a poco exhaló la racionalidad en un vaho reminiscente.
Empezó a sentir el amor como Florentino en los tiempos de cólera, duradero, pese al tiempo y la distancia; incluso, embeleso en el placer ciego - dejó de ser prisionero.
Su alma indomable transitaba por el pueblo como en aquellos tiempos de atardeceres en bocas furtivas; pero esta vez, sus poros destilaban sabiduría.
El final conocía, mas no - el nuevo ejemplar.
® Lҽɳι @Vıɖąʂųƈɛʂıơŋ
09.08.25
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