Bajo la suave luz
de las velas
y el prístino incienso
inicia la travesía
en senderos
de sándalo.
Un alma perdida
entre la seda
y la fiel tinta,
entregada
en cuerpo y alma
a la poesía.
Disipando el eco
de la soledad
se desliza la pluma
sin preámbulo
sin límites
ni tabúes.
Al amanecer
se enfunda el alma
entre muros de concreto.
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